Desde hace un par de semanas, España desayuna con sobres negros. La mancheta de la portada, que acompaña al café con leche, es del mismo diario. No es raro que algunos empiecen a decir que Pedro Jota, más que un director de periódico parece un autor de novela… negra. Una especie de Larsson con similar éxito. En los últimos tres días ha conseguido que todos los informativos de la competencia abran citando las exclusivas de su medio. Y eso, en la España cainita donde habitamos, es poco menos que un milagro.
Cada día Pedro J deja bien claro desde la dirección del Mundo y desde su cuenta de twitter que no concibe la vida más que comunicando “Si el periodismo es una esclavitud, a mí que me den cadena perpetua”, dice. Lleva casi treinta años dirigiendo periódicos con un enfoque claro: “El periodismo es el contrapoder, el perro guardián, el elemento de equilibrio, el vigilante. Sin los elementos de juicio que da el periodismo los ciudadanos no pueden ejercer sus derechos de manera plena.”
Por cercanía con su ciudad natal, estudió Periodismo en la Universidad de Navarra. “Los años de la universidad fueron aquellos en los que pude ampliar mi base humanística”. Fueron tiempos de mucha implicación en los debates culturales y en la vida universitaria. Recuerda con especial cariño a profesores como Ángel Benito, Carlos Soria, Gómez Antón o Luca Brajnovik.
Después de la universidad, y tras una breve aventura americana, acabó en Madrid, primero en ABC, poco después en la dirección de Diario 16 y, desde 1989, en El Mundo, del que ha sido fundador y hasta ahora único director. Cuenta con múltiples reconocimientos y premios como el Mariano José de Larra, el Premio Montaigne o el Premio Internacional de Periodismo. Ha hecho incursiones en el mundo editorial, escribiendo una docena de libros. “El Primer Naufragio” es el título del último, un ensayo histórico en el que narra el golpe de estado perpetrado por los jacobinos el 2 de junio de 1793, en plena Revolución Francesa.
Es optimista con el futuro de la profesión, hasta tal punto que augura un momento de esplendor: “Habrá una edad de oro porque todo el dinero se irá en buscar a los mejores periodistas y pagarles bien”. La tecnología no le asusta, es el periodista español más activo en las redes sociales y ha hecho de la promoción de Orbyt –la plataforma que permite la difusión de la versión digital de los medios de su grupo- una empresa personal, consiguiendo que cada vez más lectores de El Mundo en lugar de atragantarse con el croissant por las portadas, pierdan definitivamente el sueño.