Si los algoritmos siguen nuestros movimientos en internet, ¿dónde queda la privacidad? ¿Controla la tecnología nuestro consumo de información? ¿Vivirán los usuarios encerrados en burbujas informativas? ¿Polarizará internet las posturas de los ciudadanos pese a presentarse como la gran promesa del acceso universal a la información? El profesor de Comunicación Homero Gil de Zúñiga, director del Media Innovation Lab (MiLab) de la Universidad de Viena, responde algunas de estas cuestiones en esta entrevista con Conversaciones Con.
P.- ¿Controlan los algoritmos nuestro consumo de información?
R.- No. Lo que sucede es que pueden exacerbar algunos de nuestros gustos. El algoritmo aprende de nuestras interacciones, y potencia más la información que solemos utilizar con más frecuencia. Pero eso no significa que estemos a merced de los algoritmos. Al margen de los algoritmos, cada persona siempre tiene la potestad individual de ser más activa con las noticias, aunque esto se esté dejando gradualmente de lado. Me refiero a que cada uno acuda a informarse a fuentes fidedignas.
P.- ¿Podría ofrecer alguna receta para combatir la desinformación?
R.- Combatir la desinformación es educar al ciudadano en el uso de fuentes fiables. Una democracia saludable parte de unos ciudadanos informados. Cuando bajamos la guardia y no somos tan activos, dejamos la información y tomamos decisiones en función de emociones, y de forma menos racional. Una de las investigaciones en las que trabajo se centra en la percepción de que las noticias encuentran al lector, y no al contrario (NFM)*. Hemos recogido datos de 19 países que reflejan que la información nos encuentra, y no al revés: los ciudadanos usan las redes sociales y creen que están bien informados sin ser activos. Las noticias simplemente les llegan.
P.- ¿Qué consecuencias tiene ese proceso inverso?
R.- A partir de ahí lo más problemático es que los ciudadanos empiezan a saber menos -saben menos de política, entre otras cuestiones-, y en cambio creen que saben más. Consumen menos noticias y aprenden menos, pero tienen la percepción contraria. Las personas deben estar alerta y activas, y consumir noticias de manera comprometida. Eso es lo que les lleva a formar parte de una democracia más informada.
P.- En este sentido, ¿cuál es el papel de los medios sociales?
R.- Los medios sociales son una herramienta fabulosa para movilizar políticamente a los ciudadanos. La gente que participa en los medios sociales acaba haciendo cosas, se manifiesta, vota… Las redes pueden ser una herramienta saludable o perniciosa. Gracias a ellas la gente puede participar más de política, aunque lo haga de una manera menos informada.
P.- Entonces, ¿el algoritmo selecciona las noticias para nosotros y nos encierra en una burbuja informativa?
R.- Se está exagerando el papel de la exposición a noticias selectivas. La idea de que, como soy muy conservador, o muy liberal, estoy más expuesto a noticias liberales o conservadoras no es del todo cierta. Los medios sociales ejercen de herramientas para generar redes de discusión heterogénea y donde las personas se exponen a opiniones contrarias a las suyas. Antes los lectores compraban periódicos de su línea editorial. Sin embargo, en las redes encuentran otras opiniones. Hoy por hoy el algoritmo lo que sabe es que alguien está interesado en política, y le muestra noticias de ese tema, pero no noticias alineadas ideológicamente. Hay quien piensa que en las redes sociales se polariza el pensamiento. Pero si uno discute en redes sociales tiene más posibilidades de hacerlo con gente que piensa diferente que si lo hiciera cara a cara: la red es más grande y heterogénea.
P.- ¿Pueden repetirse escándalos como el de la fuga de datos de usuarios de Facebook en el caso Cambridge Analytica?
R.- Sin duda se pueden repetir, porque hay dos fuerzas que operan en direcciones opuestas: el interés de las empresas por monetizar la información y encontrar las características individuales de los usuarios, y el interés de los usuarios por proteger su privacidad. Como no van de la mano, este tipo de escándalos volverán a ocurrir. La idea de Marck Zuckerber de proteger la privacidad parece un lavado de cara, más que algo real. Porque si se desea monetizar la información privada de los ciudadanos, ¿cómo garantizar su privacidad? Una posible solución sería un modelo similar a las televisiones de pago, pero ahora eso no existe.
P.- ¿Quién protege entonces la privacidad de los usuarios? ¿En qué lugar ha quedado?
R.- La realidad es que la privacidad como la conocieron nuestros padres ya no existe. Los medios sociales viven de nuestra información. Cuando hablamos con los estudiantes más jóvenes de que se está perdiendo la privacidad se extrañan, porque es algo que no les preocupa: tienen un concepto de privacidad distinto al de las generaciones anteriores. Libremente ponen toda su información en abierto de forma gratuita para que la vea cualquiera. El sentido de la privacidad ahora es sencillamente distinto.
P.- Y en el caso de las principales empresas tecnológicas, ¿cree que existe una apuesta real para luchar contra la desinformación?
R.- La realidad es que para las empresas tecnológicas internet ha sido hasta ahora como el salvaje oeste. Pero tras estallar el escándalo de Cambridge Analytica llegó el momento de la verdad y de plantearse si estaban matando a la gallina de los huevos de oro. No van a cambiar totalmente, porque su negocio es monetizar la información, pero deben cambiar el sistema para que la gente perciba mayor seguridad y cuidado por su privacidad. El clickbait genera dudas entre los usuarios y eso hace ganar menos a la larga. Las fake news, de hecho, aparecen porque alguien decide generar noticias falsas para conseguir más tráfico y publicidad. Cualquiera puede encontrar información falsa pero que coincida con sus ideas y compartirla porque le hace gracia. Mucha gente tomará esta información falsa como verdadera. Lo identificará como falso, pero lo compartirá. Ese es el problema de toda esta misinformation. Hay estudios que indican que el efecto de la desinformación no es tan amplio como pensamos. El porcentaje de gente expuesta a este tipo de información es bajo, pero no se sabe a ciencia cierta el efecto que tiene. El efecto en cadena lo desconocemos. La única solución es educar a los ciudadanos y especialmente a los jóvenes en la importancia de ser activos.
Marta Sánchez Esparza | @martasesparza
*Homero Gil de Zúñiga ha publicado varios artículos sobre la teoría de NFM (News Find Me) en revistas científicas de comunicación como News Media & Society o Journal of Computer-Mediated Communication.