Julián Quirós (Badajoz, 1969) lleva casi ocho años al frente del histórico Las Provincias, diario regional de la Comunidad Valenciana que pertenece al grupo Vocento. Antes estuvo en otros dos diarios, el Sur, de Malaga, y Hoy, de Extremadura.
Puestos a soñar, después de haber celebrado los primeros 150 años, ¿cómo se imagina Julián Quirós Las Provincias en su 200 aniversario?
Se supone que los próximos 50 años deberían ser más fáciles que los primeros 150, tan convulsos. Los periódicos históricamente funcionamos sobre dos bases: una es ayudar a nuestros lectores a entender lo que pasa y otra es hacerlo dentro de una cosmovisión determinada, de unos principios editoriales y de una vinculación a un territorio concreto. Cabe esperar que dentro de 50 años seguirán existiendo personas a las que podremos ayudar a entender lo que ocurre, y seguirán existiendo valencianos de nuestro espectro ideológico. ¿Qué hacer está claro? ¿Cómo hacerlo, con qué soporte? Eso sí es una gran incógnita. No lo sabemos todavía. Pero creo que se parecerá más a la edición impresa de hoy que a la digital.
Las redacciones serán más pequeñas, los periodistas nos centraremos más en pensar y relacionar, porque muchas otras tareas –ya lo están- serán realizadas de manera automática.
¿La prensa regional tiene más margen, más holgura, en la reconversión digital, o el fenómeno es similar a lo que ocurre en diarios nacionales?
El fenómeno es similar y mundial: nos afecta a todos. Pero es cierto que la prensa regional tiene más defensas, más capacidad de resistir. Los tiempos están más ralentizados, y dispones de más tiempo para controlar ese proceso. La caída en lectores es menor en prensa regional que en nacional.
Y en lo relativo a los profesionales que trabajan en los medios: ¿hay diferencias entre un periodista de local, regional o nacional?
Hay cuestiones en las que sí hay diferencias y en otras no. Es cierto que el rango informativo es muy distinto: no es lo mismo cubrir política nacional que lo que ocurre en un municipio. Pero a la vez no hay muchas diferencias entre el periodista que cubre la información del Congreso o Senado y el que se dedica a escribir sobre las Cortes de una Comunidad. Las posibilidades informativas son las mismas en ambos casos.
Ahora, conviene resaltar que contra lo que pueda parecer muchas veces es más difícil ejercer la crítica en el ámbito regional y local. En Madrid, por ejemplo, una portada desafiante, crítica contra alguien, una crónica, o una columna de opinión, puede implicar lógicamente presiones posteriores. Pero esas presiones son mucho más intensas en el ámbito regional porque el poder está muy cerca, muy próximo, tiene más tentáculos, y hay menos actores. Al criticado te lo puedes encontrar en la calle al día siguiente, o en un acto. Físicamente estás más cerca del poder.
¿Es viable el muro de pago en medios pequeños, o es algo más propio de grandes medios internacionales? Vocento ya está experimentando en alguna de sus cabeceras..
Los muros de pago se pensaron para los grandes medios internacionales porque por una modesta cantidad al mes sumas suficiente masa crítica: tu audiencia es el mundo entero, especialmente en inglés.
El otro nicho para los muros de pago es precisamente el de los regionales -no los diarios nacionales- porque tienes menos competencia, tu información es más exclusiva. No sé si es el futuro, pero hay que ir probando. Lo que uno no puede es quedarse parado.
El periodismo ciudadano, los digitales locales, blogs especializados… ¿están restando fuerza a la prensa regional? ¿La crisis ha afectado más a la prensa nacional que a la regional?
Sí, las pérdidas y la caída de difusión han sido mayores en prensa nacional. Los medios regionales están algo más protegidos.
A la prensa se le ha querido matar muchas veces: empezamos con los diarios gratuitos, y luego desaparecieron. Luego el periodismo ciudadano, pero la gente sigue pagando periódicos. Hay gente haciendo cosas muy buenas y otras no tanto; en cualquier caso es un mundo en el que es difícil penetrar.
Hace 150 años, en el manifiesto fundacional de Las Provincias, se declaraba que quería convertirse en la voz de los que callan. Hoy día los lectores hablan, escuchan, comparten. Se les conoce. ¿Esto puede terminar en un periodismo acomodado y solo centrado en el gusto de sus lectores?
A los periódicos se nos ha acusado, y con razón durante años, que no atendíamos con suficiente delicadeza al lector. Antes llamaba un lector al diario y había gente que le molestaba coger el teléfono. ¡Cómo han cambiado las cosas en estos 20 años! Ahora se conoce mucho más al lector medio, al lector tipo de cada medio, que por cierto no es el que escribe más comentarios y más participa.
Conviene buscar siempre un término medio. En los medios ha habido siempre un miedo al “desposicionamiento”, a decir algo que pudiera no encajar con el marco mental de sus lectores. Un periódico tiene que responder a su historia, a los intereses de sus lectores, a su territorio; debemos respetar eso. Y en periodos de crisis, todos los diarios buscan no “desposicionarse” con más atención incluso: no molestar a tus lectores naturales. Pero creo que eso tiene sus límites y sus matices. A veces hay que llevarle la contraria a los lectores, o mostrarles un camino al que se resisten. Quien mejor lo dijo fue George Orwell hace ochenta años: “en último término, la libertad de expresión es el derecho de decirle a la gente lo que no quiere oír”.
¿Cómo combinar la tan cacareada independencia del periodismo con el ideario propio, los valores que defiende un medio?
Una cosa es mantenerte fiel a un ideario compartido con tu audiencia y saber adaptarte a la evolución de los tiempos y otra que ese ideario suponga en la práctica una treta para seguir el juego a una política concreta o a un gobierno concreto, del signo que sea. Cada medio tiene su ideario, su línea editorial, pero todos deben tener voluntad de autonomía: hacer las cosas al margen de los poderes económicos, políticos, deportivos o del tipo que sean.
El respaldo de Vocento siempre es una ayuda. Pero, pertenecer a un gran grupo editorial, ¿podría retar interés por innovar, por arriesgar?
Pertenecer a un grupo importante te permite sobrellevar mejor las épocas de crisis, como ésta, que ha sido especialmente dura en la franja mediterránea. Te da acceso a unos recursos financieros que no tendrías de otro modo: publicidad, créditos, ahorro de costes, etc. Pero no puedes relajarte porque cada medio dentro de un grupo tiene su propia cuenta de resultados, y de alguna forma te comparan con la evolución de los otros diarios.
Los beneficios de la pertenencia al grupo hay que verlos también en temas editoriales e informativos: disponemos de una red de corresponsales porque estamos integrados en un grupo. Tienes páginas de alta calidad en economía, política, internacional o grandes reportajes, gracias a la redacción central y a la redacción compartida entre todas las cabeceras.
¿Cuáles son los próximos retos para las ediciones digitales?, o dicho de otro modo ¿qué echa de menos en las versiones digitales de los medios?
Cada 18 meses te tienes que sentar, ver lo que estás haciendo, revisarlo, y validar o rechazar. Lo que pensabas que funcionaba, después te das cuenta que no, o solo una parte. Es necesaria una revisión permanente porque la evolución es continua. Las ‘home’, ahora se dice, pueden tener sus días contados porque el tráfico viene ahora por redes sociales, y entran directamente a la noticia.
Las ediciones digitales tienen un enorme éxito aunque el tráfico ya se ha frenado en todo el mundo en el último año y medio. El reto está en qué hacer con ese tráfico y eso es lo que no sabemos: cómo hacer negocio con ello. En papel sabíamos cómo convertir al lector en fuente de ingresos. Por otro lado, no sabemos qué darle a ese gran volumen de usuarios en internet. La inmensa mayoría de ellos realizan un consumo superficial del medio, hay pocos lectores de profundidad. Buena parte del fenómeno digital sigue siendo una incógnita.
En definitiva, tenemos una enorme masa de audiencia, pero no sabemos muy bien qué hacer con ella, ni desde el punto de vista editorial ni de negocio.
La publicidad sigue siendo inferior, en ingresos, al papel, y además es molesta para el lector. ¿Cómo combinar la visibilidad del anunciante y el respeto al usuario?
En la historia de la humanidad, uno vende algo por un poco más de lo que le ha costado hacerlo. Pero con la explosión digital, uno puede vender por menos de lo que le cuesta fabricar un servicio o un producto, y esto es algo totalmente antinatural, aunque se intente justificar. Hasta en las redes sociales hay una contraprestación, que es la cesión de datos personales.
En cuanto a los bloqueadores, los usuarios que lo tienen activado no pueden entrar en las páginas de Vocento. Si alguien quiere ver nuestros contenidos sin publicidad y sin pagar, no sirve como potencial cliente.
Una pregunta manida hasta el extremo -pero necesaria- es la del futuro del periodismo, tras la brutal crisis que todavía permanece.
Creo que debemos fustigarnos menos porque no sabemos qué va a ocurrir en el futuro. A la gente no le gusta la incertidumbre y antes teníamos antes un paradigma que era muy sólido. El nuevo no llega y la transición hacia lo digital está siendo muy larga. Creo que las ediciones impresas van a durar bastante más de lo que parece, entre otras razones, porque los compradores habituales ya no van a dejar esa práctica. Pero si te digo la verdad no sé si se ha inventado ya el sustituto del periódico de papel, es un soporte que todavía no ha nacido.
Creo que llegaremos a una industria de medios que superficialmente será muy distinta, pero los fundamentos serán muy parecidos a los actuales. Los periodistas deberán estar más formados, crear más valor y, su trabajo, estar más dirigido a relacionar y pensar.
En un mundo más competitivo que nunca, donde lo que prima es ser visto, compartir, interactuar, ¿cómo conseguir más sosiego para la reflexión? En su caso, ¿tiene momentos para pararse y pensar?
Un medio debe incitar a la reflexión, parar el balón y mirar. A la vez, como es lógico, debe responder siempre a lo inmediato, a las noticias de última hora. Hay que tener esa doble velocidad: la del regate, de la respuesta rápida, y luego la de saber parar e interpretar. Para crear valor hace falta esa visión del gran angular. Tenemos que tener la capacidad de enfocar mucho y rápido, del zoom, pero también hay que saber abrir el foco y ver los ángulos.
Un periódico con raigambre y con posicionamiento debe saber cuáles son los temas de fondo que influyen en la evolución social.
En cuanto a la reflexión, yo suelo hacer dos cosas. Leí en las memorias del general Montgomery que en el frente de África, cuando luchaba contra Rommel, dedicaba el 30 por ciento de su tiempo a pensar, no a la acción. No está mal. En mi caso, suelo tener cerrada la puerta de mi despacho hasta media mañana. Me sirve para leer con calma, pensar, vincular historias, idear coberturas, encontrar flecos, etc. Las tardes de viernes y sábado intento repasar los periódicos de la semana y me sirve para ver qué temas están agotados, cerrados, qué cosas se nos han escapado, cuáles tienen recorrido para el lunes siguiente, etc., y me ayuda a pensar la página de análisis del domingo y otras cuestiones. Es un tiempo que al final rinde más de lo que pueda parecer.
Jorge Gutiérrez | @jorgegu