Durante los días previos al acto homenaje, hemos lanzado varias preguntas sobre periodismo a través de @conversacionesc en Twitter. Una de ellas era: ‘¿Qué aporta la universidad al periodismo?’.
Juan José García-Noblejas, profesor Ordinario Emérito de Teoria Generale della Comunicazione y de Sceneggiatura Audiovisiva en la Pontificia Università della Santa Croce de Roma, maestro de generaciones de profesionales, que ha impartido durante tres décadas Epistemología de la Comunicación y Escritura para Cine y Televisión en la Universidad de Navarra, ha querido contestarnos con algo más que un tuit.
La Universidad aporta alma a un trabajo profesional que, de otro modo, podría ser más bien egoísta e insolidario, e incluso sofístico, en vez de ser un servicio a la sociedad. Un servicio que atiende necesidades reales y no sólo posibles demandas: la sociedad no se reduce a mercado.
La Universidad, en principio, es una institución viva con misión de estudiar y transmitir saber acerca de la unidad de los saberes, incluso de los más aparentemente dispares. De otro modo, sin esa tarea, sería una pluriversidad, una especie de zombi, un agregado de cosas heterogéneas, sólo con apariencia de vida.
Lo mismo sucede con los profesionales y con los medios periodísticos, y las demás profesiones de comunicación pública: la publicidad, la propaganda, las relaciones públicas, la comunicación institucional o el entretenimiento. Podemos ser una especie de modernos Prometeos como el fabricante del monstruo imaginado por Mary Shelley.
El alma de la universidad y del periodismo y las demás profesiones de comunicación consiste en saber y vivir al menos estas cinco ideas:
1) que lo que se tiene entre manos como periodista o comunicador es básicamente un saber o una diversidad de saberes que no se pierde cuando se difunde como pasa con el poder cuando se delega o reparte.
2) que el trabajo periodístico y los demás trabajos de comunicación son de tipo directivo: todos los profesionales de la comunicación tenemos entre manos tareas que, al no seguir reglas fijas, tener la pretensión de acertar, y ser de resultado incierto, nos involucran como personas, que es lo propio del trabajo directivo.
3) que lo que está en juego en el periodismo y en las demás profesiones de comunicación pública son asuntos racionales y vitales, y siempre relativos y asociados a la libertad de todas y cada una de las personas.
4) que la verdad es –con sus naturales limitaciones- siempre algo posible y alcanzable, sobre todo si es tenazmente buscada en diálogo amistoso con otros.
5) que –aunque desde luego hay que pagar, y muy en justicia, y a muchos más- el trabajo de periodistas, la actitud con que se trabaja tiende a ser de benevolencia, amistad y diálogo con colegas, destinatarios y sujetos de quien se trata. Una actitud que siempre implica donación, regalo gratuito, y no simple compraventa.
Sabiendo y viviendo estas cosas, una institución como la Universidad tiene mucho que ver con el periodismo y las demás profesiones de comunicación pública. El alma de nuestras profesiones tiene que ver con una actitud de servicio cívico. Algo por otra parte muy cercano a lo que Josemaría Escrivá siempre entendió para la Universidad y para el periodismo y la comunicación pública, y por tanto, para los profesionales que les dan vida.
Juan José García-Noblejas
Yo creo que las universidades de periodismo tienen un papel fundamental en la formación de nuevos profesionales y en la expansión de la vocación entre los estudiantes. Cuando estuve cursando mi carrera, en la UIC, y después el máster en periodismo deportivo que hice al terminar, aprendí muchísimo.
Eva