Javier Errea lleva años rediseñando periódicos en Europa y América. Es director de la Society for News Design (SND) para Europa Mediterránea y coordinador de sus Premios Malofiej de Infografía.  Además, es profesor asociado de Edición y Proyectos en la Universidad de Navarra.

 

¿Por qué elegiste la profesión de periodista?

Porque mis dos tíos maternos eran periodistas. Uno era reportero de guerra y de pequeño quería ser como él: viajaba a lugares extraños, venía de guerras lejanas. El otro trabajaba en Televisión Española.

¿Qué cualidades debe tener un periodista?

Curiosidad, ganas de aprender, gusto por contar lo que ve. Tan sencillo y tan complicado.

¿Hace falta tener cualidades técnicas?

Saber escribir bien. Usar determinado soporte o plataforma sólo requiere adquirir una destreza.

¿Se adaptarán las empresas informativas, sobre todo las de prensa, o los nuevos modelos pasan por un cambio radical que aún no ha llegado?

El culpable de la situación actual no es internet, sino el modo en que los medios afrontaron unas circunstancias nuevas, desde una situación de dominio absoluto, en la que ganaban muchísimo. No le dieron importancia y ofrecieron todo lo que tenían en ese nuevo medio y gratis. Y ahí se suicidaron, picaron un anzuelo terrible. Cuando han querido reaccionar, el modelo de negocio se les ha ido de las manos.

También los que han arriesgado se han quedado con el lirio en la mano.

Cada uno ha hecho la guerra por su cuenta, intentando sacar tajada y riéndose del que fracasaba. El corporativismo bien entendido ha fallado. El País arriesgó en su momento y le salió mal porque estaba solo, pero ahora todo el mundo va al pago. Ahora todo son descuentos: suscríbase por cuatro duros y le damos además la tableta, internet, el móvil… El futuro es pagar más.

¿Y el usuario estará dispuesto a pagar?

Como antes con el periódico. Hay que elegir si quieres informarte a través de un medio competente de calidad o no.

¿Qué papel ocupará la publicidad?

El pago por contenido o por circulación va a ser protagonista. Los ingresos están cambiando: en el modelo norteamericano la publicidad suponía el 80% y ha caído en picado.

Hay gente, a la que admiro, que renuncia a la publicidad en sus medios y le está saliendo bien. Lo interesante es el tipo dispuesto a pagar; ellos consideran que la publicidad distrae o tergiversa, pone en peligro la calidad, o la independencia.

La publicidad tiene que encontrar su vía. Durante los años de bonanza nos vendimos a ella con formatos extraños que invadieron el soporte y confundían al lector. Pero el impacto acaba cayendo y la rentabilidad pierde efecto.

 

Para adaptarse, los medios deben tener una oferta  multisoporte; esto requiere mucha inversión. ¿Cuál es el punto de equilibrio?

Es casi imposible. El multisoporte, fruto de una situación de incertidumbre, quiere asegurar todas las vías. En la práctica es muy complicado porque una redacción no es capaz de generar información diferenciada y suficiente para tres plataformas, cada una con la calidad suficiente como para pagar por ella. Justo alimentaba una, y a veces no con suficiente calidad, ¡como para alimentar tres!

Mucha gente me considera un dinosaurio, pero la calidad es la única manera de sobrevivir. Hay que elegir qué quieres ser, qué te hace valioso, exclusivo e indispensable, y por qué canal transmitirlo.

Es bueno que haya voces discordantes  en relación con el multisoporte que parece que se impone. Las mismas  compañías siguen modas, miran a la competencia o al extranjero, y dan palos de ciego, prueba-error.  Es tiempo de ser muy radical y honesto a la hora de aplicar soluciones.

¿Morirá el papel?

No quiero que muera. Ni lo creo. Va a tener su espacio, pequeño, está claro,  y valioso. Los medios se están acostumbrando a circulaciones impresas mucho más bajas, pero todavía sostiene económicamente el edificio periodístico la plataforma de papel. Aunque hay un consumidor que viene del pasado, también va a haber un consumidor en el futuro.

En el caso de Newsweek, han vuelto al papel porque en internet no tenían ingresos.  Esto nos debe hacer más humildes. Ni grandes proclamas ni grandes funerales.

La lucha por ser los primeros hace que baje la calidad. ¿Son los medios menos rigurosos?

Cada plataforma (radio, televisión, papel…) tiene sus requerimientos. Los medios digitales se supone que tienen mayor agilidad. Pero yo no vincularía necesariamente internet a rapidez y papel a análisis. Esto es buscar una solución mágica.  En internet puedes hacer todo el análisis que quieras, no es sólo para cositas breves.

Sí es cierto que la batalla por el clic ha sido desastrosa. Es de sentido común: la audiencia de internet es esencialmente infiel, valora la marca relativamente. ¿Cuánto vale un clic de esos? Bastante poco. De hecho la publicidad no acaba de ir allí.

Si tuviera que poner un anuncio lo pondría como mucho en la home, arriba. Hay poco rigor a la hora de analizar quién está ahí, cómo consume, qué fidelidad tiene… Me interesan mucho más –y al periodismo también- cien tipos que paguen, que un millón de personas que nadie sabe quiénes son.

¿Cómo combinar los formatos breves con la necesidad de analizar, de ofrecer matices?

En la prensa escrita hubo una época en que se puso de moda el troceo, la información fragmentada. Se llegó a casos casi ridículos, periódicos que eran auténticos puzles.

La gente no aguanta mucho leyendo, se cansa tras dos o tres párrafos… Pero leer es una actividad intelectual que requiere una cierta tranquilidad. Para que haya serenidad debe haber textos de ciertas dimensiones. En papel, y también en internet, cada vez más existe la tendencia a separar el texto para leer de los recuadros y elementos complementarios -como bases de datos paralelas- para que no interrumpan tanto la lectura. Por ejemplo, el reciente rediseño de la web del New York Times.

Ahora todos los medios forman parte de grandes grupos, con muchos intereses. ¿Está eso reñido con la independencia?

Es una dificultad más. Crecer en cualquier empresa y en cualquier sector no es necesariamente bueno, es arriesgado y ambicioso. Muchas veces estropea una buena empresa o una buena trayectoria. Crecer se ha convertido en un mantra: “hay que crecer”. ¿Hacia dónde, por qué? Con los medios ha pasado igual: agrupar medios, crear emporios, con deudas inasumibles… Todo esto pone en riesgo la independencia de la información, porque si tienes que pagar unos créditos gigantescos, alguien te los paga.

Si lo que nos gustara de verdad fuera el periodismo, no tendría por qué estar reñido el tamaño con la independencia y con la calidad. Pero, pongo en duda que de verdad nos guste el periodismo y amemos esta profesión. Mi diagnóstico es que en los últimos años las empresas periodísticas se han desprofesionalizado y se han “empresarizado”. Han perdido y cambiado el foco completamente. Mi miedo es suceda lo mismo en universidades y centros de investigación.

¿Qué piensas de los medios especializados en fact checking? ¿Es la única forma de diferenciarse?

El periodismo de datos es consustancial al periodismo. Los medios serios y rigurosos siempre han tenido departamentos de periodismo de datos y periodismo de precisión. Conozco por ejemplo el de La Nación, en Buenos Aires.

No hace falta crear un medio específico de periodismo, aunque si  alguien lo hace, me parece bien, pero sigo creyendo en las grandes marcas periodísticas. En un mundo con tantas voces, con referencias pocas y débiles, las marcas de verdad dan credibilidad y hacen que no te pierdas.

Como profesor universitario, ¿cómo podrían alumnos y universidades no perder el foco?

Veo poca pasión periodística en las facultades, lo digo con pena, y contra eso hace falta que haya mucha pasión periodística en los profesores y en las propias universidades. Hago autocrítica como profesor asociado. Pediría un pequeño paso atrás, una vuelta a la esencia de la profesión: escribir, informar, rigor. Cosas de sentido común, artesanas. Y contagiar esta pasión.

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