Cuando Delia Rodríguez (Logroño, 1978) era pequeña pasaba horas en la biblioteca investigando cosas para satisfacer su curiosidad. Ya de mayor, trasladó ese afán por conocer el porqué de todo a internet y se hizo experta en la red; algo nada desdeñable para una periodista del siglo XXI.
Una de las cosas que más le llaman la atención son las ideas contagiosas, los famosos memes, que siempre han existido pero que gracias a la era del share, inundan nuestros smartphones, redes sociales y, lo que es peor, nuestras mentes.
Delia ha concentrado toda su sabiduría sobre el tema en el libro “Memecracia: Los virales que nos gobiernan” y la pone a prueba cada día desde su puesto como directora de Verne, la web que hace pocos meses ha puesto en marcha El País para, como dicen ellos mismos, “crear historias tan asombrosas que merezcan ser compartidas en tus redes y experimentar con formatos y narrativas respetuosos con tu tiempo y tu atención”.
¿Crees que internet puede estar sustituyendo un poco a la calle?
Para mi internet también es la calle. La gente no sólo dice cosas en la calle, también en las redes sociales y lo que hay que tener es sensibilidad para escucharlas allí donde estén. La gente que saca buenas historias de la calle saca buenas historias de las redes sociales yal revés. Lo que pasa es que la forma de encontrar ese tipo de mensajes es distinta y requiere otras habilidades diferentes a las del periodismo tradicional, pero nunca ha habido más historias y más fáciles de encontrar que con las redes sociales.
¿Qué porcentaje hay de verdad o falsedad en la mayoría de los memes que nos vamos creyendo a que nos van llegando?
El porcentaje de falsedad en los memes es muy elevado, pero por una mera cuestión estadística: ha subido el volumen de información y por lo tanto ha subido también el volumen de información falsa. Lo que ocurre es que cada vez tenemos menos tiempo. En el fondo, lo que ha pasado es que los filtros han caído, tienes que filtrar de una manera más emocional y sin tiempo para decidir si es verdadero o falso.
Los medios de comunicación, por la propia crisis y por cómo están afrontando este nuevo entorno informativo, están ejerciendo muy mal el papel de filtro. Tenemos la sensación, porque es real, de que cada vez hay más mentiras, más bulos, más falsedades y además en mitad de las noticas, que es justo lo que más nos debería preocupar. Hay una parte que es inevitable y matemática: más información igual a más información falsa, pero hay otra parte en la que los periodistas deberíamos reconsiderar nuestra posición como filtros, somos cada vez más necesarios por eso.
¿De verdad el ser humano es tan manipulable como para creerse todo lo que le dice una campaña bien pensada?
Por supuesto, el ser humano es extremadamente manipulable porque no somos máquinas. Hay una industria, que es la del lujo, que vende a unos precios descomunales y solo porque están asociados a una marca… y compramos, es decir somos irracionales y eso funciona. Los memes, estas grandes ideas que se pueden hacer o no virales, lo que deciden es cuáles son las grandes tendencias en cuanto a lo que tienes que consumir, lo que tienes que votar, lo que tienes que pensar, el estilo de vida que tienes que llevar… el papel de cada uno es decidir a qué memes o a qué corrientes se une libremente. No simplemente porque sea una moda o una tendencia o porque sean virales, sino porque realmente cree que son interesantes para su vida, para su trabajo y para las cosas que le convienen.
Entonces los lectores debemos estar en guardia…
Los lectores siempre deberían estar en guardia. Cada vez que lees una historia tienes que pensar quién me cuenta esto y para qué. A mí me preocupa que en este nuevo entorno, con esta sobreabundancia de información y con la falta de tiempo que tenemos, el filtro que hacemos es demasiado emocional y cada vez aplicamos menos esas defensas básicas. Yo defiendo una lectura racional de los medios.
¿Que determina el triunfo o el fracaso de un meme?
Todos los días vemos anuncios de televisión, campañas políticas, libros, películas que no funcionan… mucha gente ha metido muchísimo dinero y muchísima inteligencia en ellos, ha intentado montar una máquina, más o menos perfecta, utilizando todas las leyes de la memética y todo conocimiento que hay sobre ello, y luego no ha funcionado. Es maravilloso saber que existe este factor de incertidumbre, que no todo va a ser viral o nos lo vamos a contagiar o a creer solamente porque la gente que sabe hacerlo o que tiene dinero para hacerlo lo dice. También pasa al revés, de repente surgen historias pequeñas, de gente que no tiene absolutamente ningún poder ni aparentemente ningún conocimiento ni acceso a grandes medios y de repente se hace increíblemente viral. Esa es precisamente la gracia del asunto: que todavía hay una parte del mecanismo que hace que algo que se convierta en viral, que todavía no se ha conseguido replicar.
¿Cómo conseguir que las grandes historias del periodismo, las que de verdad deberían interesar, lleguen a ser memes?
Es una de las grandes preguntas de la profesión, cómo conseguir que nuestras grandes historias, nuestros buenos temas, nuestros buenos reportajes , nuestras buenas investigaciones le lleguen a la gente a pesar de toda esta saturación de noticias y de información que tenemos. Creo que muchos medios de comunicación están empezando con fórmulas pequeñas, están empezando a aprender cómo la gente comparte en redes sociales, cómo usan los móviles, cómo se transmiten las ideas en estas nuevas fórmulas… y lo están empezando a hacer con noticias más light, con entretenimiento y poco a poco lo están intentando aplicar a historias más serias. Somos muchos los que estamos en esa batalla de ver cómo se pueden viralizar las historias que de verdad importan.
¿Es verdad que se nos contagian más los memes negativos, los más dramáticos que los que fomentan otros deseos de tipo más altruista, o que son más positivos?
En realidad, se puede contagiar todo por igual. Es verdad que hay una pulsión cuando ocurre una catástrofe o estamos muy indignados por un acontecimiento político. Ahí surge una pulsión de indignación que nos hace compartir mucho. Pero también es cierto que las historias de ciencia y de bienestar se comparten también porque a la gente le gusta que los demás se sientan bien y sentirse bien, y es puro altruismo. En realidad, cualquier tipo de historia se puede hacer viral, lo importante es que provoque una emoción. Esa emoción puede ser positiva o puede ser negativa, pero cualquier emoción vale.
¿Cuál ha sido el mejor meme del 2014 lanzado por un medio?
En 2014 todos los medios de comunicación hemos estado ocupadísimos con un gran meme que es Podemos. Todo lo relacionado con Podemos ha sido viral, ha sido memético, y aunque primero fue un meme y fue una idea viral nacida puramente en la calle, poco a poco los medios se han ido dejando arrastrar de una forma total, de manera que ahora todos los medios estamos entregados a Podemos. Creo que ha sido uno de los grandes fenómenos meméticos de los últimos tiempos en España.
Pasemos a Verne, ¿Cómo surge?
Verne nace de la necesidad de hacer llegar las historias a la gente, es decir, El País hace historias magníficas pero había una necesidad de un espacio para crear ese tipo de historias que la gente decide compartir en redes sociales, que la gente decide hacer virales. También había necesidad de un espacio para la comunicación móvil, historias pensadas, narrativas pensadas para formatos móviles y para Tablet y se nos ocurrió crear Verne.
¿Y por qué Verne?
Lo llamamos Verne porque nos pareció que lo más relacionado con el periodismo era el asombro. Al final el asombro, la curiosidad es lo que nos mueve a los periodistas y también a los lectores; queremos saber algo más. Por eso nos remitimos a esta época de los descubridores, los escritores y los grandes viajes porque para nosotros internet es un nuevo mundo lleno de cosas increíbles que vemos todos los días y queremos ser ese filtro que le cuente a la gente alguna de esas historias increíbles que nos encontramos.
¿Qué contenido específico tiene Verne?
En Verne creamos un contenido propio pensado para ser compartido en redes sociales. Por un lado pueden ser cosas que ya están funcionando en redes sociales y de los que la gente está hablando, cosas que nosotros detectamos y que sabemos que en el momento en que la publiquemos, las redes van a hablar de ellas. También hay otras historias por las que nosotros queremos apostar, historias que creemos que merece la pena que se hagan virales. A veces lo conseguimos otra no pero nuestro objetivo es trabajar en estos ámbitos.
¿Existe relación entre los memes, este fenómeno memético, y el storytelling?
Sobre el storytelling y la comunicación viral hay algo que me interesa resaltar y es que detrás de los memes más populares que se comparten están las estructuras clásicas de una historia, es decir, tenemos arquetipos con el bueno el malo el héroe; tenemos grandes temas y estructuras clásicas de comienzo, desarrollo, nudo… Precisamente los nuevos medios sociales están volviendo a las formas de la narrativa más tradicional. Si analizas alguno de los fenómenos virales más grandes de los últimos tiempos, te encuentras puras historias de toda la vida. Las historias siguen siendo un caballo de Troya magnífico, siguen funcionando como lo único que consigue captar nuestra atención por un tema.
El storytelling puede ser utilizado para bien o para mal, puede ser utilizado para apoyar una historia periodística con datos, con hechos, con realidad o lo puedes utilizar para contar un cuento que, no es algo malo, pero es periodismo.