Eran los años 60. No existían los móviles, las redes sociales ni el correo electrónico.
Los Beatles aparecieron en una década de acontecimientos cargados de esperanza (el hombre pisaba la luna, se conseguía el primer trasplante de corazón, la Iglesia celebraba el Concilio Vaticano II…) y, desgraciadamente, también de violencia, con guerras como la de Vietnam, dura represión en la Europa del Este y asesinatos de destacados líderes políticos.
En Roma, un sacerdote español, impulsaba los primeros años del Opus Dei. Una nueva institución de la Iglesia que despuntaba con fuerza no sólo en España, sino en el mundo entero. Una realidad que, como todo lo nuevo, suscitaba curiosidad, interés, sorpresa y alrededor de la cual había mucha rumorología. Un cóctel apetecible como reto a las destrezas de cualquier periodista.
Los primeros que mostraron su interés en entrevistar al Fundador del Opus Dei fueron medios de comunicación internacionales: Le Fígaro, The New York Times y Time. Josemaría Escrivá accedió y, entre 1966 y 1968, fue entrevistado 7 veces. Estas entrevistas se reunieron íntegras para su publicación, poco después, en un libro que se llamó Conversaciones.
¿Por qué accedió Josemaría Escrivá a conceder estas entrevistas? ¿Cómo fue la génesis de cada uno de los textos? La Edición Crítica del libro que se presenta ahora proporciona algunas claves, aunque su propósito fundamental, en palabras de José Luis Illanes, director de la edición, es situar el libro en su contexto eclesiológico.
Una de las claves para entender la vigencia de estas entrevistas la proporciona en el prólogo del libro el actual Prelado del Opus Dei, Javier Echevarría. Recordando una época en la que ya vivía en Roma junto al Fundador, escribe: “Siempre fue a lo hondo. Respondía a lo que se le preguntaba pero, a la vez, tratando de remontarse desde lo inmediato hasta lo central y lo decisivo”.
El Fundador trabajó a fondo las respuestas a las entrevistas. Sin duda, porque apreciaba a estos profesionales, conocía de cerca su oficio y valoraba el resultado: no era una conversación intrascendente ni pasajera. No consideraba el trabajo del periodista como un producto de usar y tirar. Algo nada extraño en “un incitador, un espoleador, un animador” –en palabras de Carlos Barrera- de la profesionalidad de los estudios de Periodismo y del sentido ético de la profesión.
El resultado es un libro que, 44 años después, se encuentra fresco como una rosa. “Me cautiva el lenguaje moderno” dice Gustavo Entrala ; ”Es enormemente actual, es espectacular” comenta Arturo San Agustín; “Fue un adelantado” afirma José Apezarena. No es extraño, por tanto que Pedro J Ramirez asegure que “si me dices una docena de personas a las que me hubiera gustado entrevistar entre mis contemporáneos, uno de ellos hubiera sido Josemaría Escrivá” y que Germán Yanke, por ejemplo, comente, poniéndose en el punto de vista del lector: “San Josemaría no tiene en esas entrevistas periodísticas la actitud del predicador sino del hombre que conversa (…).Uno se encuentra con una persona excepcional pero de carne y hueso, con el que se puede hablar de una cosa y otra”.