El 3 de mayo se ha celebrado el Día por la Libertad de Prensa en todo el mundo. La jornada reivindicativa ha tenido una repercusión importante en España, con un gran número de capitales testigos de las concentraciones de los profesionales promovidas por las diversas asociaciones de la prensa.
Entre otras tareas, estas asociaciones toman el pulso a la profesión a través de un Observatorio creado al efecto y realizan la defensa de los intereses de los periodistas. Bajo los lemas “sin periodistas no hay periodismo” y “sin periodismo no hay democracia”, en estas concentraciones se ha leído el Manifiesto por la Libertad de Prensa promovido por la FAPE.
En Granada, la concentración tuvo lugar el sábado 4 por ser fiesta local el viernes 3. Entre las nubes y lloviznas de las horas precedentes y siguientes, el sol lució con toda su fuerza durante el acto en la ciudad de la Alhambra. Tras las palabras de presentación y el recuerdo a los periodistas fallecidos en el último año en todo el mundo –un buen número en Somalia, México y Siria-, tuvo lugar la lectura del escrito por la Libertad de Prensa. Fue un momento emotivo pues corrió a cargo de una de las voces más señeras de la radio granadina, Agustín Martínez, despedido días atrás junto con otros cinco compañeros de la cadena Ser, que se unían así al destino de ocho compañeros meses atrás.
En la voz del periodista ciudadrealeño, cotidiana compañía de las ondas, la declaración tomaba fuerza. El manifiesto no elude ninguna responsabilidad. Comienza por la de los periodistas, obligados a “contrastar los hechos, verificar las fuentes, huir del amarillismo y respetar la presunción de inocencia, el derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen”. Pero la responsabilidad de estos profesionales serviría “de poco” si no va acompañada “del respeto máximo a la libertad de expresión por parte de los representantes públicos. En este sentido, constatamos la existencia de serias trabas por parte de dichos representantes al ejercicio pleno de este derecho constitucional como si la crisis avivara en ellos la necesidad de levantar barreras, en una época en la que la gente aspira a no tener ninguna para acceder a la información”. Y por último, en este panorama poco ayudan “los empresarios y editores que quieren explotar a los periodistas con salarios humillantes, o sin remuneración alguna”, puesto que “la defensa de la libertad de expresión incluye la defensa de unas condiciones dignas de trabajo y de la igualdad salarial entre hombres y mujeres”.
No se podía decir más claro ni más fuerte. Y se seguirá diciendo. Muchos compañeros pueden estar en la lista de despedidos, pero nunca estarán en la de parados. Los periodistas siguen contando lo que pasa. Ahí están las conversaciones en Twitter, Facebook y otros medios de libre acceso. Ahí están las iniciativas de autoempleo y de emprendimiento y la formación especializada.
No somos los primeros, ni tampoco los únicos. La historia muestra cómo los hombres han hecho frente a las circunstancias adversas que les han tocado vivir. En el camino, muchos de ellos han dejado el testigo y muchos otros han encontrado la salida. Y han dado paso a un nuevo inicio.
El manifiesto de FAPE, centro de esta jornada reivindicativa, ha puesto como blanco sobre negro firmeza, coherencia, independencia y libertad. Son palabras que no dan de comer a nadie, pero siempre han alimentado el periodismo de calidad. Mientras ellas estén vivas en los profesionales de la comunicación, allá donde estén conversando, habrá motivos para la esperanza.
Rocío Luque