El 14 de marzo de 2020 empezó el estado de alarma en España y con él, un largo periodo de casi absoluto confinamiento. Considerados servicios esenciales, los medios siguieron informando, porque la información era más necesaria que nunca. Los ciudadanos, encerrados en sus casas, necesitaban conocer los datos, la evolución de la pandemia, las medidas que tenían que tomar para frenar la ola de contagios. El consumo de medios durante la cuarentena se ha multiplicado por cifras impensables.
Durante estas semanas, y muchas veces envueltos en una nueva crisis que se suma a la casi endémica del sector, muchos periodistas, pienso que hay que decir la mayoría, han vuelto a recordar la vocación de servicio público que les hizo escoger su profesión. Se han olvidado de los penosos clickbaits y se han lanzado a las calles, a los teléfonos y a los Zoom para contar qué estaba pasando. Muchos han dejado su zona de confort –esa sección de cultura conquistada desde hace años o ese programa de deportes liderado desde décadas- para informar sobre sanidad, entrevistar a investigadores o tratar de explicar los avances de la ansiada vacuna, previas noches casi en vela tratando de desentrañar el lenguaje científico. Otros han velado también intentando descifrar los datos, elaborar gráficas y trabajando por hacer accesible para el público la famosa curva que había que frenar. Los hay que han retransmitido desde casa metidos debajo de una manta para amortiguar el eco, los que han protestado hasta conseguir que los políticos entendieran que, si no hay preguntas, no hay rueda de prensa (será otra cosa) y los que, en los peores días de la pandemia, cuando en las calles desiertas solo se oían las sirenas de las ambulancias, han removido Roma con Santiago para encontrar una noticia positiva que pudiera cerrar el informativo.
Durante estos días, y para documentar este periodismo de trinchera que se ha realizado durante el confinamiento, hemos ido publicando vuestros testimonios. Unos testimonios apresurados, rápidos, la mayoría de las veces mal grabados (como se puede) y muy poco editados, pero que tienen un valor casi histórico porque documentan, sobre el terreno y en el momento justo, el trabajo de los periodistas en una etapa dura y complicada. Os animamos a que los veáis, si no los habéis visto ya, y como resumen os dejamos este clip final con algunas de las declaraciones.
Ahora, con la desescalada, los medios siguen teniendo un papel esencial: de información y de servicio al ciudadano. Y una labor también de búsqueda de la verdad, de recuperar el diálogo y el consenso, de establecer puentes, de ayudar a los más golpeados por la pandemia, de velar por la memoria y cooperar en la reconstrucción.
Y de seguir reivindicando unas condiciones justas y dignas para desarrollar un periodismo serio y responsable.
Gracias por vuestro trabajo y seguiremos conversando.
Ana Sánchez de la Nieta, editora de Conversaciones con | @AnaSanchezNieta