Veinte años después de la primera edición del Congreso de Periodismo Digital de Huesca los retos del periodismo siguen siendo los mismos: garantizar una información de calidad, apostar por el rigor y conectar con la audiencia. La tecnología ha alumbrado un nuevo escenario con nuevas herramientas para la labor del periodista, pero donde también las noticias discurren a toda velocidad, mezcladas con la propaganda y las mentiras. Un nuevo escenario donde los medios han perdido el papel protagonista, que ahora interpretan otros actores como las redes sociales. Pero en este escenario, el periodismo es más necesario que nunca.

 

En la primera década del siglo XXI los periódicos vivían instalados en la esquizofrenia de las redacciones separadas –una para el papel y otra para la web, con plantillas y agendas diferentes-, como recordó en el congreso el actual director adjunto de El País, Borja Echevarría. Hoy esa dicotomía se ha superado, pues ya no hay distinción entre periodistas digitales o de papel, sino que todos viajan en el mismo barco. Internet ha supuesto un auténtico big bang que ha transformado el ecosistema comunicativo. Las redacciones se han llenado de nuevos perfiles profesionales y las empresas siguen ensayando fórmulas de financiación para sobrevivir en el océano digital.

¿Cuál es el reto ahora? La música de fondo de las distintas intervenciones de los ponentes del congreso fue la misma: la calidad de los contenidos. Ganar la batalla de la credibilidad, como la llamó la directora de El País, Soledad Gallego-Díaz, para quien las llamadas fake news son “armas de distracción masiva” que “se combaten con buena información”.

El 36% del consumo de información en España se hace a través de Whatsapp. Esta cifra, ofrecida por la periodista Clara Jiménez, es una muestra más de que los medios ya no median; no son quienes prescriben y elaboran el menú informativo. Y a falta de expertos que seleccionen e interpreten el ingente caudal de datos que llega al usuario por internet, la dieta de contenidos de la población se ha llenado de comida basura.

“Las mentiras corren ahora más rápido por la aparición de las redes”, decía Ana Pastor. “La gente está consumiendo todo tipo de cosas como si fueran reales”, señalaba por su parte Clara Jiménez. Ambas se dedican al fact checking dirigiendo proyectos como Newtral o Maldita, iniciativas nacidas para ofrecer seguridad a los ciudadanos ante el tsunami de desinformación. En esta búsqueda del dato y la objetividad hay que “abordar una historia y dejar que la verdad te sorprenda”, como dijo Ana Pastor, usando las palabras de Jill Abramson, la ex directora de The New York Times, durante un encuentro con Conversacionescon en 2015.

 

No dejarse atrapar por las tecnologías

Las tecnologías han revolucionado los medios, y en ocasiones les han hecho distraerse de lo fundamental. “Las tecnologías son soportes para el periodismo; tenemos que usarlas, pero no nos debemos dejar atrapar por ellas. Porque igual que murieron los ciber cafés morirán las siguientes herramientas tecnológicas”, advertía el periodista Juan Pablo Meneses, fundador del portal Periodismo Portátil.

Las grandes empresas tecnológicas no han sido precisamente defensoras de la buena información. María Sánchez Díez, la reportera española a la que acaba de fichar The Washington Post, puso el dedo en la llaga: “Facebook ha mentido con varias métricas. Y el problema es que (los medios) hemos cambiado nuestra estrategia para acomodarnos a los caprichos de la plataforma, y tiene más sentido ver qué necesitan los lectores y hablar con ellos”.

El congreso contó con un panel de nuevos proyectos donde quedó de manifiesto que la calidad de los contenidos no es una demanda pasajera. Desde los análisis de El Orden Mundial hasta nuevas herramientas que diseccionan los ingredientes de cada noticia, como TJ Tool, o laboratorios de periodismo feminista. “La gente quiere conocer, y esa demanda no se solventa con fórmulas de clickbait”, explican los promotores de El Orden Mundial.

 

Cerca de la audiencia

Acercarse a la audiencia y satisfacer esa necesidad de conocimiento es la clave de proyectos como Kloshletter, la newsletter dirigida por la periodista Charo Marcos, siguiendo la estela de otras publicaciones americanas como Quartz, The Skimm o Telokwento, y explorando el potencial de la comunicación vía mail. Y es la clave del reporterismo portátil que practica Juan Pablo Meneses o de la futbolización de los contenidos, de la que también se habló, y mucho, en el congreso.

En la primera edición del congreso de Huesca ya se señaló que los medios de comunicación habían perdido de hecho el control de la información, y que los periodistas tenían una oportunidad única para retomarlo. Dos décadas después, por el congreso de periodismo digital han pasado más de 9.000 periodistas en busca de respuestas, pero la industria de la comunicación se sigue haciendo las mismas preguntas. Por suerte, el periodismo es mucho más que una industria.

Marta Sánchez Esparza | @martasesparza

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