Cinco años como decana de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense dan para ver entrar, pasar y salir a muchos alumnos. Pese a que los vientos no son favorables a la incorporación laboral, Carmen Pérez de Armiñán no pierde ni la ilusión ni la esperanza. Esta experta en materia económica dirige el trabajo diario en el decanato en un despacho de puertas abiertas a toda iniciativa, procurando estar cerca de los alumnos y de los profesores jóvenes, verdadero motor del futuro.
Ud. es decana en una facultad de una profesión que ahora mismo está en crisis. Como decana, ¿cuál es su reto, cómo se plantea el futuro de la profesión?
En la Complutense estamos formando cerca de 8.000 futuros profesionales. Ahora mismo la situación no es fácil. La crisis ha afectado a todos los sectores, y especialmente a la comunicación y al periodismo. Pero yo, que soy optimista nata, estoy convencida de que de esta crisis vamos a salir reforzados. La crisis nos está obligando a actuar con imaginación, a buscar soluciones. Es un enorme reto. Para nosotros, como docentes, que tenemos que formar alumnos para un mundo que no sabemos cómo quedará tras la crisis; y para los propios a alumnos, porque ellos se van a tener que inventar y reinventar. Yo creo que éste es un cambio muy importante. Por eso, cuando digo que veo el futuro con esperanza, es porque tengo una gran fe en los alumnos, y especialmente en los alumnos de la Complutense.
¿Qué cualidades le parece que son las necesarias para los periodistas del futuro?
El periodista tiene que ser “un periodista” antes, ahora y en el futuro. Eso no ha cambiado ni cambiará. Y, además, necesita una gran capacidad de adaptación. Conocer y dominar las nuevas tecnologías, cosa que hace unos años no era necesario. Antes sabía que iba acompañado de un profesional que se encargaba de la parte técnica. Ahora tiene que dominarla él. A eso va el futuro periodismo y nosotros tenemos la obligación de formar a los estudiantes para trabajar en él.
¿Y no encuentra cierto problema en formar periodistas que saben quizá más que los propios profesores? ¿Cómo se preocupa de la formación de su cuerpo docente?
La ventaja de tener una facultad tan grande es que, del mismo modo que tenemos muchos alumnos, tenemos muchos profesores. De entre los de más edad, sólo los que tengan esa inquietud y vocación se reciclarán en las nuevas tecnologías, pero los profesores jóvenes lo están dando todo en esta materia. Bolonia es una realidad. Está aquí y ha venido para quedarse. Lo que tenemos que hacer esa apostar por esa nueva generación de profesores, que es nuestro futuro como docentes. Es un profesorado muy comprometido, con muchas ganas de hacer cosas y estoy enormemente orgullosa.
Con todo el tema de la tecnología, con esta necesidad de reinventarse, ¿cómo se compagina en la Universidad la necesidad de ser un profesional rápido, polivalente y con marca personal, con la formación humanística, con el sentido de la ética, el compromiso, la independencia?
El periodista tiene que tener una gran formación. Por eso yo soy absolutamente contraria a eso que llaman “periodismo ciudadano”. Será ciudadano, pero no es periodismo. El periodista tiene que tener una gran formación y, hoy por hoy, las que forman son las universidades. Las nuevas tecnologías son importantes pero no olvidamos el resto. Mi materia es la economía, y un profesional de la comunicación tiene que conocer materias económicas, porque cuando salga tendrá que hacer muchas entrevistas, y uno de los temas es el económico. También lo son las relaciones internacionales, el derecho, la historia, la literatura… Y por supuesto la ética. Seguimos impartiéndola porque es fundamental.
¿Pero cómo puede el periodismo profesional ganar la batalla a la tendencia a la inmediatez, a informarse al segundo únicamente a través de las redes, de Internet, de los blogs?
Me niego a aceptar que la información que circula por las redes sea periodismo. En la red hay información con una calidad muy variopinta. Eso no quiere decir que no pueda haber información buena, pero ¿quién lo sabe? Si no hay un periodista que analice, que explique, que cuente las cosas bien, todo es puro azar. Un azar más rápido, pero no periodismo. Lo rápido no es necesariamente lo mejor. Hay una forma de contar las cosas, de analizarla, y eso solo lo puede hacer un periodista.
Recientemente hablaba un periodista de cómo la situación tan precaria de los grandes medios puede comprometer la independencia. ¿Por dónde tendría que ir la relación del periodismo con la publicidad para mantener la independencia?
Si hablamos del periodista como profesional, esto no es nuevo. Cuando el periodista trabajaba para un medio dependía de ese medio. Siempre acababa planteándosele una situación de compromiso entre sus principios y el medio en que trabajaba… Y si lo que queremos decir es que el dinero que reciben los medios, vía publicidad, etc. es escaso, tampoco la situación es nueva. Antes había más anunciantes y la tarta de los recursos era más fácil de repartir, ahora el pastel se ha reducido. Pero los medios siguen dependiendo de la publicidad, porque hoy por hoy no hemos encontrado otro camino. Las suscripciones nunca han sostenido un medio de prensa escrita, y con el nuevo fenómeno de Internet, la situación se complica. Entre otras cosas porque, no sé si hicimos bien o mal, pero hemos acostumbrado a los lectores a tener todo gratis. Y eso es muy difícil de revertir. Eso no quiere decir que no haya intentos. Yo creo que Orbyt es un intento de salida al gratis total. Yo lo sigo con gran atención. Hace poco Pedro J. nos invitó a todos los decanos a la presentación de Orbyt y yo le decía: ¡pero esto es una ventana a la ilusión, a la esperanza! ¿Terminará de cuajar? Yo creo que ni Pedro J. lo sabe a ciencia cierta. Hay una cosa clara: si la información que nosotros queremos dar la dan otros gratis, lo tenemos muy difícil. Ese es el mundo en el que estamos. Dentro de 10 ó 15 años veremos cómo lo hemos resuelto. Digo “veremos”, porque estoy segura de que saldremos.
¿Cuáles son las razones que sostienen esa esperanza en el futuro de la profesión?
Yo creo en los periodistas. Creo que son una gente estupenda, y que tiene la mejor profesión del mundo. Lo veo cuando llegan aquí: todos son vocacionales. Y eso es un gran activo. El periodista es un profesional con unas ganas tremendas de hacer cosas. Yo en el decanato tengo un modelo de puertas abiertas. Y cuando uno tiene una idea genial, viene, se sienta y me la cuenta. Lo que hay que hacer es impulsar las ideas. Sobre todo cuando no hay dinero, vivan las ideas. Estoy segura de que este bache lo superaremos con ganas, con energía, con trabajo, con más trabajo, y luego… con un poco más de trabajo.
¿Qué pierde la sociedad si pierde a los periodistas?
Fundamentalmente la libertad. Es que sin periodismo no hay democracia, y sin democracia no hay libertad. Creo que el periodismo es uno de los pilares fundamentales de la democracia. No podemos prescindir de los periodistas en absoluto. Y no podemos prescindir de facultades que formen a los periodistas. Porque sin facultades no habrá periodistas, y sin periodistas no habrá democracia y por tanto no habrá libertad.
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