Al finalizar la conferencia del pasado 12 de febrero se abrió el turno de preguntas. Cinco personas pudieron interpelar a la ex-directora de The New York Times.

 

– ¿Cómo viviste desde dentro de la empresa la creación de un muro de pago en The New York Times? Todas las empresas periodísticas están tratando de monetizar su contenido digital y vosotros fuiste pioneros ¿cómo ha cambiado la gestión, la mentalidad en el diario ante este muro de pago? ¿se han acostumbrado los periodistas a pasar del mundo analógico al digital?

Han pasado ya casi 8 años desde que se tomó esta decisión. Al principio parecía una decisión muy arriesgada. Fue un período muy interesante. Hubo reacciones apasionadas entre periodistas y publicistas. Hubo muchos argumentos a favor y en contra. Si echamos la vista atrás, el argumento ético es que la información debía ser gratuita y no cobrar por publicar noticias en internet. Como hay tantas noticias gratuitas en internet, algunas personas pensaron que podíamos pedir que la gente pagara cierto contenido y en The New York Times la mentalidad fue evolucionando de forma interesante. Yo participé activamente en ese proceso. Yo era directora y la decisión al final la tomó el editor después de oír a todo el mundo y pensar en ello.

La razón por la que decidió establecer este modelo de pago de suscripción digital fue, en primer lugar, y sigue siendo la más importante, porque pensábamos que los artículos tenían tanta calidad que la gente estaría dispuesta a pagar por ese contenido; que nuestro periodismo tenía mayor calidad que todo lo que se ofrecía en internet gratuitamente. El periodismo de calidad sigue siendo el modelo de negocio de The New York Times.

La segunda, es aplicable a todos los periódicos, no sólo a The New York Times. Al principio pensamos que era peligroso un modelo de negocio basado sólo en la publicidad digital. Estamos observando los mismos altibajos cíclicos en la publicidad digital que en la de los medios impresos. Tienen los mismos problemas.

Era una decisión peligrosa porque no sabíamos si tomar esta decisión iba a disminuir el número de lectores y el impacto de nuestros artículos iba a ser menor. Mis colegas de la parte empresarial fueron los que tuvieron una intervención brillante. Yo no fui la que diseñó este modelo de suscripción digital de pago pero lo cierto es que gran parte del periódico estaba disponible gratuitamente. Si entráis podéis leer noticias sin pagar. Este modelo de pago funcionaba de modo que pagaban los grandes lectores habituales –los que leen todos los artículos todos los días- y al final ha resultado ser una fuente de ingresos muy importante. A veces, el hecho de tener publicidad junto con esa suscripción es algo parecido a lo que ha habido siempre. Por una parte se vende el periódico en el kiosko, por otra parte entregándolo a domicilio y The New York Times ha dicho que su objetivo es tener un millón de abonados digitales de pago. Ya van por 800.000 lo que demuestra que ha sido un éxito, una buena decisión.

– Coincido en la defensa de la habilidad de contar historias. Creo que las emociones juegan un papel muy importante pero, la emoción ¿es un aspecto fundamental de las historias periodísticas y de la forma de contarlas o puede afectar a la objetividad?

No me parece que las emociones sean un enemigo de la objetividad. Es una palabra con un sentido un poco vago. La objetividad para un periodista es entrar en las historias con mente abierta, sin prejuicios, sin conclusión previa y hacer un trabajo muy a fondo de investigación, de exponerse a distintas opiniones y puntos de vista… pero si, llegado el momento, las evidencias recogidas te dicen o señalan una verdad, el periodismo debe contarla. Siempre y cuando el proceso sea riguroso. Las emociones son vitales y esenciales en este tipo de historias. Uno de los grandes proyectos en los que trabajé fue una serie dividida en 7 entregas de una niña sin hogar que vivía en Brooklyn. ¿Cómo no van a intervenir las emociones en historias así? Te implicas y eso es lo que hace que los lectores se impliquen. Es el elemento humano de tensión narrativa. A la gente le preocupaba qué iba a ser de esta niña. La emoción hace que la historia sea de interés y mantenga la atención de los lectores.

– ¿Sería exagerado decir que la censura que ha descrito anteriormente está socavando el fundamento mismo de la libertad de expresión? ¿tenemos un problema de control cada vez mayor de las personas?

Eso es una cuestión muy seria. Llevamos más de 10 años durante los cuales muchas plataformas mediáticas han reducido personal, corresponsales y periodistas. Se han retirado de países extranjeros,… Hice un viaje a Oriente Medio con un corresponsal del Times que antes estaba en El Cairo y me dijo que cuando llegó a ese país eran muchos colegas pero ahora que él se marchaba también ya sólo quedaban tres corresponsales a tiempo completo. Hay capitales extranjeras en las que no hay nadie. Este verano me conmovió un artículo que leí en el Times escrito por una mujer que había trabajado para Associated Press en el Congo durante 5 años y se había tenido que marchar a otro sitio y no la reemplazaron. No quedaba ningún corresponsal y había una guerra civil en marcha con muchos muertos y de repente se había quedado sin cobertura mediática. Y no es el único país en el que pasa eso.

Otra cosa que me preocupa mucho son los ataques que estamos sufriendo los periodistas en lugares peligrosos. Me preocupa nuestra integridad física, los autónomos, los freelances sin respaldo de organizaciones como BBC o Reuters. Les pueden suceder cosas terribles y no tienen un seguro que cubra su situación. Es dramático.

Hace un mes conocí en Brooklyn a un grupo de periodistas digitales que se llaman “Story hunters”, cazadores de historias que están tratando de montar una red de freelances internacionales que puedan hacer proyectos en todo el mundo y ponerlos a disposición de plataformas mediáticas que los necesiten. Van a darles formación y un seguro. Creo que es un rayo de esperanza que surjan este tipo de organizaciones.

-¿Se puede comparar la situación de The New York Times con la de Rupert Murdoch?

Creo que no se puede comparar. Carlos Slim es accionista mayoritario de The New York Times y, que yo sepa, nunca se ha implicado en ningún aspecto de las noticias. Al menos en los 17 años que yo trabajé en NYT. Decían que apareció una vez y no le conocí personalmente. Creo que no tienen nada que ver con la producción física del periódico. Murdoch es el propietario de The Wall Street Journal e interviene en todo. Es algo completamente diferente. Me pasé 10 años en The Wall Street Journal antes de Murdoch y compartía alguno de los temores que mis colegas tenían cuando se produjo la transición y llegó Murdoch. Tenían miedo de los cambios que se iban a introducir, pero tengo que decir que sigue siendo uno de los mejores periódicos del mundo. Ha introducido cambios pero sigue siendo maravilloso.

– He leído el informe de Innovación del New York Times al que se ha referido ¿? y me gustaría saber si comparte la obsesión por la primera plana del periódico. Podría darnos algún consejo a los redactores jefe sobre cómo canalizar la energía de los periodistas.

No estoy de acuerdo con el informe de Innovación. Cuando era redactora jefe decidí no asistir a la reunión de la primera plana porque no me parecía que fuera la esencia del periódico. Cualquier corresponsal podía contar historias más interesantes que las de primera plana con vida larga en la web.. Aunque tener la historia en primera página de la edición impresa de The New York Times sigue siendo importante. Es el sueño de cualquier periodista y sigue tirando del público. Sigue teniendo mucho interés y las historias que aparecen ahí siguen considerándose importantes pero la home de la web es igual de importante. No creo que The New York Times esté obsesionado por la primera página.

¿Consejos? Usted está sometido a todo tipo de presiones que me puedo imaginar pero creo que no debe distraerse y fijarse simplemente en el efecto sensacionalista. Si publica historias locales siga haciéndolo y cuente historias que nadie cuente.

–  Hay muchos periódicos en el mundo que tienen problemas con su modelo de negocio y no saben qué hacer. ¿Cómo afrontamos el nuevo paradigma? ¿Van a seguir existiendo las ediciones impresas?

Creo que nos estamos obsesionando mucho con la supervivencia del periodismo en papel. Lo importante es la calidad del periodismo ¿va a sobrevivir el periodismo de calidad? Es vital cambiar de enfoque. Centrarnos en eso. Lo que dices es verdad. La publicidad impresa, por si sola, no va a generar suficientes ingresos para mantener una redacción grande. Es una gota en el océano en comparación con lo que se recaudaba por publicidad en las redacciones impresas. Sospecho que hay un problema en la calidad de los contenidos y habrá que hacer cosas – adoptar fórmulas de pago, de suscripción, de publicidad, etc- pero lo fundamental es resolver este problema de la calidad

 

 

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